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miércoles, 8 de junio de 2011

Los impares

Los años impares son raritos, lo tengo más que comprobado. No es cuestión de superchería, es un dato corroborado a lo largo de mi existencia. Yo nací en un impar -así que ya os podéis hacer a la idea de lo poco corrientes que son-, mis escarceos en el mundo laboral han sido siempre en impar, formalicé mis sentimientos con papeles en un impar, uno de los amores de mi vida abrió los ojos en un impar... Pero como todo tiene una cara y una cruz, también los impares tienen sus malos momentos, mucho más intensos que el resto de los que, inevitablemente, salpican nuestra biografía y que se producen, contrariamente, en año par.
Este 2011, impar, está siendo especialmente raro y muy, muy agridulce. Amargo desde enero y doloroso hasta junio. Desgarrador. Soy positiva, tengo una familia preciosa por la que luchar todos los días, pero a veces se hace muy cuesta arriba. Desde hace un tiempo, intento sacar de todas las experiencias una enseñanza y convertir lo peor en lo mejor. Así consigo esbozar una sonrisa en medio del llanto y así continúo pensando que los impares no son tan malos, son sólo años de cambios.
Espero que 2011 sea un puente –no hacia mi jubilación, sí hacia que me toque la Euromillones- para cruzar a una orilla diferente. Por el camino voy perdiendo equipaje : alguno me sobraba, otro no me hacía tanta falta como yo suponía y, desgraciadamente, a unas cuantas maletas las voy a echar mucho de menos. Cuando llegue de nuevo a tierra estoy segura de que algo habré aprendido. Ya sonrío.

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