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jueves, 30 de junio de 2011

Una de becarios

Cada vez que escribo tengo la impresión de estar contando una batallita, como los abuelos. Esto significa que ya voy cumpliendo años y que empiezo a acumular historietas, anécdotas, personajes y personajillos... Eso sí, dinero no acumulo, aunque tampoco me esfuerzo demasiado, todo hay que decirlo.
Pues bien, la batallita de hoy trata de los becarios. Hoy se nos marchó uno -tranquilos, mañana viene el siguiente- y, como espero que me lea (al menos las dos primeras semanas), voy a "regalarle" palabras bonitas... ¡pero no te acostumbres!
La verdad es que mi experiencia con los becarios ha sido bastante favorable, con pequeñas excepciones. El primer aprendiz de juntar letras con el que compartí espacio vital era un piernas de cuidado. Llegaba a la redacción cuando le salía del corazón (por no decir de otro sitio), tomaba asiento al estilo barra de bar, sacaba el móvil y se pasaba tres horas llamando a sus colegas, pero, eso sí, por el teléfono fijo de la oficina.
Después, la Universidad nos legó una dulce dama, muy guapa, muy simpática pero más corta que el cable del cargador del teléfono. Con el paso del tiempo incluso volvió a la redacción..., a trabajar como modelo de ropa y complementos. A nuestra chica de portada, que todavía hoy es recordada por la sección masculina de la revista, le siguió un becario muy empanado y singular, que sin embargo ha llegado lejos en el mundo laboral y anda por Asia dejando ¿alto? el pabellón español.
Tras Mister Espabile apareció una estudiante algo más mayor de lo que estábamos habituados y muy curtida en Zara. Ponía mucho interés, pero no cuajó: está claro que a veces el empeño y las ganas de aprender no lo es todo. Snif. Otra fémina tomó el relevo, ésta más simpática que las pesetas pero más tímida que un topillo subido a un escenario. Yo sabía que llegaría lejos en esto de la comunicación, y lo ha demostrado, pese a que muchos piensen que ha tenido suerte. ¡Qué mala es la envidia!
Tras mucha mujer en un mundo de testosterona, ¡por fin llegó el niño! Salao, dicharachero, charlatán, muy buena gente... Le dejaron escapar y ahora anda en el mundo del balompié, que era lo que le llamaba y lo que sabe hacer muy bien.


Pasaron muchos meses y , ¡tuvimos chica nueva en la oficina! De mi chiquitina de rizos sólo puedo decir que es muy especial y que llegará lejos... si es que no pierde el sujetador por el camino (por despiste, no seáis mal pensados).
Y transcurrieron un par de años y apareció Borja, que se acaba de marchar y al que vamos a echar mucho de menos. ¡Qué elemento, no se calla ni debajo del agua! Y lo mejor es que lo que charla es interesante, extensooooooooo pero interesante. Al principio me hacía gracia compartir sus locas ideas, luego me preocupaba y ahora me da mucha esperanza, porque veo que otro mundo es posible si al frente están personas como Borja. Dicen que cuando ves una estrella fugaz hay que pedir un deseo: yo lo pediré mañana al ver a Borja por última vez, por si las moscas...

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