Los 5 sentidos del mes Vista: La granja naranja Tacto: el lapicerito ratonero que me trae de cabeza Oído: Alejandro Sanz Olfato: galletas, galletas y más galletas Gusto: cafetito caliente para los días de invierno




viernes, 20 de mayo de 2011

Grecia

Reconozco que al principio era un poco, bastante, escéptica con el movimiento del 15-M y aún a día de hoy tengo algún que otro interrogante en mi cabeza que espero se despeje al acudir a Sol este fin de semana. Al principio, pensaba que se trataba de un grupo de jóvenes apolíticos; después, que era un grupo de jóvenes y mayores oportunistas; ahora, ando camino de reafirmar que se trata de la semilla de la esperanza, de que otra sociedad es posible. Es, con mucha diferencia, el mejor momento que se produce en este país en muchos años e, inevitablemente, tiene que haber un antes o un después, aunque sea en las conciencias. Ya era hora de que España despertase del ostracismo y luchase por los poderes democráticos. Los políticos se habían vuelto sordos a lo que el pueblo demandaba: es el momento de que abran las orejas.
Las cosas que se consiguen por los cauces del diálogo y del respeto son más duraderas que las que se alcanzan con violencia. Eso es precisamente lo que buscan el movimiento del 15-M, servir de tribuna de opinión para que todos los ciudadanos descontentos con lo que hay, al margen de ideologías, clases sociales, edad y circunstancias personales, puedan expresar sus opiniones. Son apartidistas, lo que significa pluralidad, igualdad, respeto.
En Grecia, en el 1.500 a C nació la democracia, que significa, literalmente, gobierno del pueblo.

lunes, 16 de mayo de 2011

Una nueva etapa

El viernes me encontré a una querida amiga comprando sus primeros cacharritos para su nueva casa; se independiza en unas semanas y le brillaban los ojos de la emoción. Me gustó verla tan feliz tomando un nuevo sendero en su vida, un recorrido que no sabe dónde la llevará pero en el que, seguro, disfrutará de cada atardecer y amanecer de ansiada soledad con las compañías o las ausencias que ella elija.
El que mi amiga se vaya del hogar paterno/materno no tendría más importancia sino fuese porque la he visto «crecer». No a lo alto ni a lo ancho –en este caso sería más bien a lo delgado-, estoy hablando de un crecimiento vital. Cuando la conocí, era una muchachita insegura en el último año de carrera, de extremada timidez y gran vulnerabilidad. Me llegó al alma su mirada, como la de un cachorrillo herido ansioso de recibir y dar cariño, cariño del de VERDAD. Con el paso del tiempo y de los años, fue ganando en seguridad y en templanza, pero sin perder esa inocencia infantil, esa manera de mirar tan especial -¿será porque su madre es optometrista?-, esa sensibilidad que la hace mi «marijuani» particular.
Y ahora, ¡se independiza! Me da un brinco el corazón cuando pienso en los buenos momentos que le quedan por vivir y de los que espero enterarme, aunque sea a través del Facebook.

martes, 10 de mayo de 2011

La imaginación

A los adultos nos parece todo muy obvio y, con el paso de los años, perdemos la inocencia con la que llegamos a la vida. Lo bueno al sumar velas en nuestra tarta de cumpleaños, volvemos a recuperar el ángulo con el que mirábamos la cotidianeidad y nos volvemos de nuevo un poco niños.
Cuando tenía ocho o nueve primaveras me hicieron un test psicológico en el cole. Para la época –os estoy hablando de comienzo de los ochenta-, era muy novedoso psicoanalizar a tu hijo con un test y unos cuantos dibujitos. El caso es que para mi no fue nada traumático, pero el informe se convirtió en motivo de preocupación para mis padres. Diagnóstico: no tenía imaginación.
Hasta ese momento, nadie en mi familia se había dado cuenta de la carencia. Yo crecía feliz, en una gran casa del centro de Madrid, conviviendo con mis padres, mi abuela, mi tío, unas decenas de cucarachas y algún que otro ratón (hasta que llegó Metralleta, la gata). Mis juegos infantiles eran los habituales y mis ratos ante la tele en blanco y negro, escasos y limitados a Barrio Sésamo y Heidi.
El caso es que la noticia cayó como una bomba y no sabían cómo tratarme ni que hacer para estimular eso de lo que yo carecía. Al final, y tras la entrevista oportuna con los profesionales de la psicología, mis padres decidieron dejarme como estaba, lo que era equivalente a contemplar mis conversaciones con los muñecos y mis historietas en mi oficina imaginaria sin imaginación.
Ahora, que han pasado unos cuantos años y ya soy mamá, observo a mi hija disfrutando con mis mismos juegos y la regaño –no vaya a ser que no tenga imaginación-, mientras pienso que la vida te da dos tazas de lo que no quieres, que los propios defectos o virtudes se ven aumentados por cinco cuando los ves en el prójimo y que los psicólogos deberían ir al psiquiatra. Soy periodista, ¿de verdad es posible ejercer esta profesión sin imaginación?

domingo, 8 de mayo de 2011

Sports

Jorge me pide que haga una entrada sobre mis diversas ideas sobre los deportes. He decidido hacerle caso, no tanto porque esté convencida de que mis puntos de vista deportivos sean interesantes, es más por dejar de oírle carcajearse cada vez que hago un comentario de ese tema. A cambio, a partir de ahora, cuando abra la boca sentiré la coral de vuestras risas en mi cabeza...
Durante las últimas semanas hemos tenido la "oportunidad" de ver mucho fútbol en casa, cosa poco habitual porque no nos gusta el deporte rey a ninguno de los cuatro. Érik se emociona el día del partido y da la turra hasta que se lo pones. Al principio nos preocupaba que hubiese salido futbolero, pero pronto nos dimos cuenta que no, que lo suyo es vicio porque esos días consigue acostarse más tarde. De hecho, mientras ve el partido al tiempo que cena pregunta una y otra vez quién juega. Luego, cuando ya ha llenado la tripa y es capaz de arrastrarse hasta el sofá, despliega bajo la tele su colección de coches y pasa totalmente de lo que sucede unos centímetros más arriba. Sí, definitivamente parece que no le gusta el fútbol. ¡Hip, hip, hurra!
Quizá en esto tenga que ver mis comentarios, y aquí vamos directamente al ataque. Ni me entero de las reglas, ni sé los nombres de los jugadores, ni tan siquiera logro recordar en qué campo jugaba cada equipo. Lo del fuera de juego, por más que me lo ha explicado Jorge doscientas veces, no lo termino de pillar. Es lamentable: Nadia ya intenta que lo entienda con gran vehemencia, pero no hay manera. El caso es que, para disimular, me he aprendido varias frases de memorieta y las suelto sin ton ni son, con lo que cualquiera que entienda -y eso es como decir que cualquiera que pase por la calle- me mira con condescendencia o con cara de marciano, dependiendo del lugar, ante mis locuciones: “vaya gol por la escuadra”, cuando es un corner; “es si que es una vaselina”, cuando el rival le quita el balón al otro rival –ya me he perdido-; o “mano, ha sido mano”, cuando ha parado el portero. Además, como soy una inconformista, aporto mis propias reglas: el otro día, viendo uno de esos Madrid-Barcelona, le dije a Jorge muy seria que los balonazos en el poste deberían puntuar el doble y, claro está, se oían los ja,jas hasta en el descansillo.
Gracias a que me queda Érik, es el único que me entiende. Ayer nos preguntaba muy sorprendido por la ausencia del portero... en un partido de baloncesto. Claro, que unas horas después nos interrogaba sobre el ano a pleno grito en una cafetería de Malasaña. Quizá, en el fondo, no es que los deportes no le gusten, sino que es un tío con dudas existenciales.