Los 5 sentidos del mes Vista: La granja naranja Tacto: el lapicerito ratonero que me trae de cabeza Oído: Alejandro Sanz Olfato: galletas, galletas y más galletas Gusto: cafetito caliente para los días de invierno




viernes, 15 de abril de 2011

El pulgarismo

Érik es experto en economizar vocablos, construye palabras con una frase entera y se queda tan ancho. "Astoimen" significa "estoy bien" y "posesomencontraotomen" "pues eso, me he encontrado todo bien". Lo de la conjugación de los verbos irregulares es pecata minuta al lado de sus parrafadas singulares. No es que no sepa hablar, carezca de vocabulario o no pronuncie como es debido, es que viene con un chip de serie que le convierte en un ahorrador para que luego, cuando caiga entre sus manos un teléfono móvil o un teclado de un ordenador, sepa poner esos mensajes que nos alteran los nervios a los que ya tenemos unos añitos y carecemos de ese gen pulgárico.
El otro día recibo un sms de una amiga de una amiga. Decía lo siguiente: "Esther st n kasa,xo va a vnir". Al principio pensé que se me había olvidado leer, luego que estaba sufriendo un golpe de calor que me impedía ver todas las letras y luego caí en que la destinataria tenía una veintena y pico de primaveras y yo esas y otras tantas más estaciones. Si a estas alturas de la película tengo estos desfases generacionales, no quiero ni pensar cuando el señor de un metro de alto llegue al metro ochenta centímetros...
Con Nadia pasamos una época parecida y la solucionamos con mucha lectura y poca televisión. El problema es que Érik aún no sabe leer y es mucho más creativo que su hermana, en todos los aspectos. De momento no nos queda otra que conformarnos con que vea en la "tele teledirigida": seleccionamos los programas y el tiempo de exposición, como con los rayos uva, lo que no es sinónimo de éxito. "Sí, señor capitán", nos contesta cuando le mandamos a la cama. Y eso por no hablar de sus monólogos en la soledad de su habitación: "Perpan, ¡pirata pacotilla!, vete pa Londres con el reloj, yastamén de molestar al cocorodililo con el tictac de losdios y pipaaaaaaaa". Ahí queda eso.

miércoles, 13 de abril de 2011

Está todo inventado

Últimamente viajo demasiado y no sé si mis conclusiones se deben al exceso de horas en un avión, a los hoteles y sus desayunos pantagruélicos o a que empiezo a conocer a demasiada gente de una manera muy superficial y efímera. Me da en la nariz que es más bien por esto último. Lo de menos es donde he estado y lo de mas es que he descubierto -ya lo sospechaba hace tiempo, digamos que lo he confirmado- que las personas no sólo se parece físicamente, también lo hace por dentro, en sus expresiones y sus maneras. Quizá no lo notamos en el día a día porque, al convivir siempre con los mismos seres humanos, no apreciamos las similitudes que hay entre éstos y otro congéneres que andan por la galaxia perdidos, sin rumbooooo. Sin embargo, cuando conoces a otras gentes te das cuenta de que, en esto del lenguaje y las expresiones corporales -en el sentido más limpio de la palabra- está todo inventado. Al principio es curioso, luego es divertido y después raro, raro, raro. Sufrir un dejavu cada dos por tres no es bueno para el señor cardiovascular y al final se convierte en obsesivo y enfermizo.
Supongo que todo tiene que ver con que el ser humano es una especie de vampiro existencial y copia lo que ve en el otro, muy a pesar de la Ley Sinde. ¿Esa frase me gusta?, pues la incorporo al repertorio. ¿Este gesto me hace parecer interesante?, pues me lo quedo, aunque cada vez que lo haga se me encasquille el labio y parezca que me ha dado una parálisis momentánea. Si no, ¿quién se explica que expresiones como "esto es muy guapo, tío", "tronco como ronco" o "Andreita, cómete el pollo" se repitan por doquier?
Ya, ya sé que estáis pensando que debería dejar de viajar. Sed buenos y mandarle un correo a mi jefe.

domingo, 3 de abril de 2011

La envidia

Muchas veces no te das cuenta de lo que te gusta algo o de lo que ansías poseer una cosa hasta que ves que otro tiene “eso”. La envidia se manifiesta cuando menos te la esperas y a mi se me ha presentado este domingo contemplando la llegada de la Media Maratón de Madrid. Sí, he de reconocerlo, casi se me caían los lagrimones de rabia al ver a miles de personas en mallas y encontrarme posicionada al otro lado de las vallas. ¡Jo, qué rabia no haber participado! Sinceramente, creo que 21 kilómetros me vienen aún grandes –y largos, sobre todo, laaaaargos-, pero, ¿lo podría haber logrado?, ¿hasta dónde hubiera llegado?, ¿ahora escribiría estas líneas desde la cama con las rodillas hinchadas como repollos? Este año ya no lo podré averiguar, pero lo mismo el que viene me da el puntito y me apunto, aunque luego no me pueda mover en dos o tres meses.